El ejemplo más común: el horario
Imagina esto:
Una trabajadora te pide una tarde libre porque su hija tiene una actuación con el grupo de baile.
No hay causa justificada legalmente. No es una baja, ni una cita médica.
📆 Es un evento personal, en mitad de su jornada laboral.
Si te ciñes a la norma, la respuesta es sencilla: no se puede.
Pero tú decides decirle que sí. Que vaya. Que disfrute. Que esté presente.
¿Qué pasa entonces?
La teoría del «crédito emocional»
Lo que suele pasar (al menos en mi experiencia) es que, cuando tú das el primer paso, esa persona queda en deuda contigo.
No porque se lo eches en cara.
No porque lo apuntes en una libreta.
Simplemente porque es humano.
Y cuando en el futuro seas tú quien necesite que esa persona haga un esfuerzo extra, lo más probable es que esté más predispuesta a ayudarte.
¿Y si no lo hace?
Bueno, también puede pasar.
Puede que llegue ese día en el que necesitas que se quede una hora más, que te cubra una baja o que cambie un turno…
Y te diga: “No puedo.”
En ese caso, lo que tienes no es solo una negativa, tienes también una segunda señal:
Tú diste primero.
No recibiste después.
🚫 Y esa persona pasa automáticamente al cajón de “0 excepciones”.
Desde ese momento, relación laboral cordial, profesional, y 100% basada en lo que dice el contrato.
Ni más, ni menos.
¿Por qué sigo apostando por dar primero?
Porque aunque no siempre sale bien, la mayoría de las veces sí lo hace.
Y porque las relaciones laborales son largas.
Y tarde o temprano, todos necesitamos pedir algo.
💡 Si tú has sembrado antes, es más fácil que el terreno esté listo para recoger.
No se trata de manipular.
No se trata de pasar facturas emocionales.
Se trata de construir relaciones sanas, equilibradas y humanas dentro del entorno laboral.
¿Y tú? ¿Das antes de recibir?
Estoy segura de que este tema da para debate.
🗣️ ¿Has tenido alguna situación así? ¿Te funcionó? ¿Te salió rana?
Me encantará leerte.
Pásate por los comentarios del blog y seguimos la conversación allí.
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